Ajuste de Cuentos
Ángel Solís
En un país prácticamente pintado en su totalidad de guinda desde Quintana Roo hasta Baja California, las condiciones no están dadas para buscar gobernar un ayuntamiento y sobre todo uno “pobre” como lo es el municipio de Othón P. Blanco, ya que puede representar la tumba política de una joven preparada y con amplio futuro en el estado a mediano y largo plazo, como lo la chetumaleña Lidia Rojas Fabro.
Egresada de las filas priistas donde a muchos jóvenes ese partido les cerró las puertas porque los cargos de elección y de dirección siempre eran para los mismos o sus hijos, Rojas Fabro emigró al partido Movimiento Ciudadano donde supo capitalizar el rechazo de los habitantes de la capital hacia el gobierno municipal, logrando hacer una campaña inteligente y de gran impacto, con cifras en verdad históricas y sorprendentes para un partido de oposición en Chetumal.
Pese a que muchos desean ver fuera de la silla a la actual alcaldesa morenista, lo cierto es que más de dos mil 300 trabajadores (familias chetumaleñas), corren el riesgo de atrasarse con los ingresos y que de aplicarse medidas de austeridad y recortes, terminen lanzando a la calle a cientos de ellos, ante un apretón financiero que naturalmente le podrían dar a la aspirante naranja para ir ablandándola.
Tan solo la nómina quincenal sin prestaciones adicionales, supera los ocho millones de pesos (16 millones de pesos mensualmente) en un municipio cuya recaudación al año no supera los 60 millones de pesos, hacien de Othón P. Blanco un ayuntamiento totalmente dependiente de los recursos federales para obras y servicios y de las participaciones que llegan al estado para los gastos fijos, como la nómina del personal.
Esto sin contar deudas multimillonarias que arrastra el municipio capitalino herencia de pasadas administraciones, como los más de mil millones de pesos con una empresa yucateca denominada “Avances Lumínicos S. A de C.V”, deuda que por cierto tiene que aclarar el ex alcalde Andrés Ruiz Morcillo, actual jefe de asesores de la aspirante naranja.
No solo se trata de querer gobernar, sino de tener las condiciones económicas y políticas, pero actualmente en nuestro país hasta las instituciones electorales nacionales y locales están al servicio de Morena y sus partidos aliados, por lo que Lidia Rojas tiene que revisar el pasado reciente en el municipio o preguntarle directamente al ex alcalde Carlos Mario Villanueva Tenorio la manera como el priismo de Roberto Borge Angulo le fue reventando su gobierno y acabó de tajo con su carrera política.
Es un hecho que Lidia Rojas es la siguiente, con el mismo o con otro color de playera, en el 2027 estaría gobernando la capital.
El chetumaleño tiene que pensar fríamente sobre el futuro que quiere para esta ciudad, el revanchismo y el coraje que tienen acumulado contra la actual alcaldesa no puede estar encima del desarrollo y crecimiento de esta ciudad, ya que de gobernar el partido naranja el gobierno federal y el del estado le estarían cerrando las puertas, por lo que serían los habitantes de esta ciudad y sobre todo los burócratas municipales los que terminarían pagando las consecuencias de un cambio de partido.
Los habitantes de esta ciudad pueden estar tranquilos, ya que de quedarse la actual alcaldesa desde el gobierno del estado ya tienen contempladas medidas para que esta joven y quienes serían integrantes de su gabinete no cometan los mismo errores que hubieron en estos tres años.